Hoy sigue siendo necesario revisitar el pragmatismo y el sentidocomún de Voltaire, para quien solo merecía la pena reflexionar sobrelo útil, sin perder el tiempo con cuestiones que no interesen a nadie.Nada le horrorizaba más que aburrirse y por eso sus escritos resultande una chispeante amenidad. La ironía y el sentido del humor fueronsus mejores armas para luchar contra el fanatismo, la intolerancia y losprejuicios. Cualquiera puede tener las convicciones o los credos queprefiera, siempre que no pretenda imponerlos a los demás como undogma indiscutible. Se hizo rico para gozar de una independencia queno le proporcionó su cuna y de la que pocos gozaban entonces. Y nuncadejó de luchar contra las injusticias, como testimonia su T ratado sobrela tolerancia, un auténtico icono contra los fanatismos de toda laya.Manuel Cruz (D irector de la colección)
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